Y es que con el ya no se de heridas y mucho menos de silencios y dolor. Cuando su mano sostuvo la mía por primera vez rompió el frió y luego me abrazo entonces todo lo que creía absurdo empezó a desmoronarse poco a poco. Mi alma totalmente congelada comenzó a derretirse frente a aquella mirada.
Comencé a contarle mis mas profundos secretos y se quedó junto a mi, luego me contó sus horribles chistes y me reí, me volví vulnerable a sus caricias, a sus labios.
Me devolvió las esperanzas y juntos creamos nuevos sueños, el me trajo de nuevo a la vida.